jueves, 10 de julio de 2014

Agitada de palabras

De las caóticas y convulsionadas entrañas, resoplan ballenas de inspiración infructuosa que ceden a cualquier explicación y plasman en un estallido de incomprensivas relaciones, componiendo una breve y, ante todo, limitada descripción de sentimientos.

Una por cada noche, porque no contar estrellas y soñar con ovejas diluye las angustiosas horas en llantos oceánicos de dimensiones frías y espesas, porque deshacer las nubes a suspiros en busca de la resignación de la distancia, confunde la razón en un mar de dudas de proporciones dantescas y delicadas; por eso y por lo que está, del paso en la esquina, por llegar y aun queda por contar, una por noche y por cantar.
Una por cada eco del silencio que navega en cada amanecer a lomos de un corcel que apenas quiere trotar, separado de la realidad de un camino que se tiende a sus pies, postrando las horas al devenir eterno de una mirada que dejaste atrás a modo de recuerdo, soplada sobre los trapos que te arrastraron lejos de mi, en busca de una felicidad robada, regresando granos de arena que mueven dunas y montañas, creando castillos de hormigón que encierran tu destino; por ello y por lo que será, escondido al sol del mediodía, de presentes que debas entregar reservándome un futuro, una por eco y por soñar.
Una por cada eco de noche, contada de estrellas que navegan a lomos de un mar de sueños, resonada de silencios y recuerdos, dejando posarse las horas a reposar sobre un océano de arena donde se dibuja la razón en una mirada que vuela hacia la espera de tu destino; por esto y por aquello y por todo lo que fue, es y será, sin ataduras y sin distancias, porque poco a poco logramos destruir las barreras sensoriales y hacemos, del sueño, la realidad.

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