sábado, 19 de julio de 2014

Cartas a mi amada

(1)
Los días, inevitablemente largos, se arrastran lentos llevando en su equipaje la pesada carga de las noches sin ti.

Coronado de espinos, abrasándose en la palma de una mano, con el espíritu marchito evocando sentimientos como continentes deslucidos y nostálgicos, dolido de amores, sobre la paz ardiente de las estrellas infinitas y la insaciable frialdad de una pálida y mortecina luna, el crespón enlutado de una noche cerrada, cerrada a la vida y a la realidad, recelosa de las almas durmientes que vagan por un laberíntico camino jalonado de sueños, anuncia la muerte del sol, pero sólo un joven enamorado llora asomado a la ventana. Llora en silencio, llora en penumbras, llora por la amada que partió lejos a buscar al astro rey y que aun tardará muchos funestos atardeceres en retornar con su calidez para llenar de luz la oscura soledad que lo oprime.

(2)
Buenas noches, mi alma.

No puedo ya, ni quiero, sentir que no te tengo, sentir que ya te has ido hacia el desierto que me asola el corazón, hacia la perdida tierra sin nombre ni dueño, sin agua y sin perdón, dejando atrás el tiempo en que la risa conquistaba cada grano de vida que nos latía desde la punta de los dedos hasta el centro del corazón, sangrando dicha e ilusión por las cosas más mundanas y por lo demás.
No puedo ya, ni quiero, sentir que no te siento, sentir que tu calor ha abandonado el murmuro de unas sábanas frías que te esperan desde el primer día y que no me quieren transportar al mundo de los sueños donde sólo te puedo tener, donde los abrazos eternos pueden calmar todo el sólido silencio que me embarga y sin embargo, tratan de transportarme a la desolación de un desértico oasis en el que mis lamentos exhalan la nostálgica soledad que me asalta y que me entierra.
No puedo ya, ni quiero, sentir que aun no pasa el tiempo, que la arena del reloj se duerme y no camina, que la vida se me para en la palma de las manos y se escurren lentamente los días, tan despacio que casi los quiero atravesar y no puedo.
No puedo ya, ni quiero, sentir que no te tengo, sentir que no te siento, sentir que aun no has vuelto.

(3)
Si lo necesitas,
traeré mi tiempo y mi destino
aferrado a tu cuerpo dejaré,
y las noches
que aun nos quedan, embriagadas
de estrellas arropadas en un cielo
que las cobija en el silencio de una luna nueva,
serán segundos incontables
que se pierdan en la distancia que nos separa.
Si lo necesitas,
traeré tus sueños y tus deseos
enredados en mi pecho dejaré,
y los días
que aun nos quedan, empapados
de palabras arropadas en un viento
que las envuelve en el silencio de una duna nueva,
serán tormentos innombrables
que se olviden en la distancia que nos atrapa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario