Y ese no saber quien soy,
si estás o no, me está matando
poco a poco, lento y sin pausa,
como el cáncer que,
deslizado en el sigilo de las sombras
me va sumiendo
en la agonía
infundada de un temor
que me corroe el alma.
Y allí entonces aparecerá
el sonido vestido de silencio
con una hermosa trenca
tejida
con los gritos que me he callado
tanto tiempo.
Y en el bolsillo de la camisa
asomará
una sola palabra:
adiós.
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