martes, 1 de julio de 2014

Filosofía de saldo

Todo al 2x1. Sin saber bien qué es lo que pienso, ¿cómo agrupar las enseñanzas autodidactas de las que siempre he presumido?, y si esto queda claro y se ve venir la torpe ignorancia de mis pasos, ¿ por qué no he de temer una tormenta de desprecios? Si la muerte me ha enseñado algo, no es sino que nunca se está preparado para ella, por muy larga que sea la vida.

Si de esta razón a la que he llamado vida, surge la conciencia de la desesperación, arraigando en los corazones de los amantes, será no otra cosa sino el propio destino que nos mira a los ojos con una sonrisa de complicidad, como diciéndonos que muramos de una vez para que todos los males del mundo terminen; sin embargo, de ser así, ¿no habría yo acaso de esperar algo a cambio?, tal vez ese sea mi verdadero lastre, el problema que arrastro desde siempre por esta ya larga andadura a la que algún filósofo denominó viaje; pero entonces, más dudas infranqueables se abalanzarán sobre mí, ya que, de renombrar al devenir de la ignorancia como un trayecto, ¿no será la carga de mis recuerdos una pesada maleta que me impida llegar a tiempo a mi final? Y más aun, si la ignorancia es la falta de conciencia, ¿no estaría vacía tal carga?, ¿acaso no sería un ligero saco de aire el que arrastro por este andén?, y si es tal y como parece ¿por qué demonios no me llega la hora final? Renunciar a todas mis pesadillas, a los gritos, al temor, a todo eso que me ha acompañado desde siempre y que siempre me acompañará no deja de ser, a mi entender, tan solo un sueño más en este ridículo estado en el que me encuentro.

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