jueves, 10 de julio de 2014

La despedida

La distancia es el tiempo que se debe afrontar para volver a estar juntos.

Tanto llanto se agolpa contra el borde mismo de un abismo de distancias que se antojan insalvables y destinos detenidos en un tiempo que apenas quiere empezar a caminar su incesante y desesperante compás acompasado y sosegado, tanto dolor y tanta angustia, tanto ahogo en las pupilas y tanto por decir, que apenas se contiene el silencio en la punta de un instante y brotan los sentidos en cadencia desordenada, con el ritmo discontinuo de una cascada en primavera que rompe su cauce y se desborda y se lamenta, y su plañido huidizo se deshace en un sinfín de lágrimas que se adentran en la carne y duelen desde dentro y vuelven a la piel y se sumergen de nuevo en un laberinto de sentimientos atropellados que buscan una salida y, en su arrollador empuje, sacuden los cimientos de la calma y someten al alma desconsolada y, sin otra vía de escape, retornan a la miríada de emociones, asomándose desde todos los rincones al océano desconsolado de su mirada y vuelven a escapar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario