sábado, 19 de julio de 2014

Nada y todo hay

NADA es lo que TODO tiene en común, para todos, para siempre.

Nada hay como la esencia misma del cosmos que te envuelve a cada paso que das, nada como la propia sed de aire que te atrapa con una consciencia letal impidiendo que los latidos cesen de modo voluntario, nada como el ligero rayo de esperanza que a cada suspiro se estremece en el viento solar tomando de su luz una energía liberadora que expande los pulmones en un infinito estado catártico que renace en cada parpadeo.
Nada hay como el balanceo constante de un péndulo atemporal e infinito, que marca la permanente variabilidad de todas las cosas y su inmutable sonido retenido en un tic-tac que ha de sentirse golpeando con delicadeza indeleble la dulce paz de la superficie de un océano en calma.
Nada tan tierno como un beso enamorado y granado, encarnado en los carnosos labios carmesí de un sol que devora a su paso nubes de tonos tristemente vacíos y los llena de esperanzado esplendor que se desprende sobre campos inundados de briznas susurrantes que navegan sin moverse al son de un viento que las llama a volar.
Nada tan tierno como la mirada profunda de un mar de otoños por llegar, lleno de la vida que me está faltando perdida en un cielo lejano que no quiere regresar y devolverme a la tranquila eternidad que me está prohibida de momento.
Nada hay como el murmullo sereno de una noche de sombras sigilosas que caminan de puntillas por los rincones del alma haciendo cosquillas en donde más duele, tratando de no dejar sino lamentos encogidos y escogidos llantos que pelean por desaparecer de una vez y para siempre y para nunca volver no dejan rastro de migas aunque sus pasos no se pierden en el horizonte arenoso, sino trascienden más allá de las distancias y se mantienen a mi vera para darme la señal.
Nada hay como la cálida sensación de una noche de verano que te abraza en el arroyo sinuoso de un riachuelo de corrientes ascendentes que rebuscan en tu interior, sofocando la nostálgica desazón que se cobija entre los sentimientos más hondos y los deseos más clamorosos.
Nada hay, por tanto, como no sentir el abrazo del sol llenando de líquido deseo el alma, como no sentir sino praderas desiertas, pobladas de sombras de lo que fue y nada más, tratando de encontrar un soplo de viento que te acoja los sentimientos y los lleve a donde el corazón quiere llegar.
Nada hay sino tristeza a cada paso, melancólica humedad que aflige el cuerpo y empapa de silencios fríos cada rincón de un ser que nada puede hacer sino esperar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario