Quizás el eterno notario demuestre que no sirvo para escribir, sin embargo, ¿ quién soy yo para no retar al inviolable e irrefrenable devenir de la eternidad?
"La mar de tinta" es el rincón de la mente en el que se desarrollan las inquietudes de cualquiera de nosotros.
Todos los pensamientos, tanto en prosa como en verso, han de surgir en algún momento y, en mi caso, creo que ponerme alarmas mentales que me impidan acogerme a la enmienda de la pereza, será una forma efectiva de dar rienda suelta a la incertidumbre que surca mi materia gris.
No trato de plasmar con un escáner cerebral todos los impulsos neuronales que nacen del inconsciente, sin embargo, si se ha de tener presente que, a la miscelánea de elementos conjugados dentro de mis paredes craneales, han de unirse un cúmulo de ideas y sentimientos que afloran de determinados órganos no al uso pero siempre en pleno apogeo, ya que, incluso en los lugares más insospechados, pueden surgir hermosos jardines en los que descansar, tumbado al sol de primavera, y disfrutar de una lectura regalada.
Y si alguien, interesado en este espacio libre de ataduras y cargado de humo, pues, como tal, ha de reducirse a la nada con la brisa de unas manecillas, entiende que mi tiempo ya pasó, que no crea que no ha existido un pasado en mi memoria y que si no he surgido antes no ha sido por no querer empezar, que comprenda que ahora me enfrento al mayor de todos mis temores que no es sino el miedo a terminar antes incluso de haberlo intentado.
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