jueves, 10 de julio de 2014

Tiempo de tiempo

De inciertas constancias se construyen los sueños, de pasiones y temor, de comienzos y final, de mentiras y verdad, de razones y dolor, de esperanzas y …tinta de mar.

Nada había en su mirada excepto edad, tiempo añejo convertido en dejado a la deriva, ases descoloridos de vida desarmada, sin ganas de seguir mirando tras las cortinas de la razón, pero en sus ojos grises se reflejaba un mundo, una ignorante realidad que se superponía al estremecimiento de la mortal sed de muerte y desolación, un espejismo insano que partía con cada pestaña hacia un sentido distinto, con finales de tonos pastel, y con distancias desordenadas que nunca se repetían, cruzando soles, estrellas y galaxias, cabalgando a lomos de un corcel de tinta negra, sobre blancas praderas de sal secando y listones sencillos de libreta de lengua retorcidos en muecas desorbitadas, en grave escorzo de ingravidez, tocando con la punta de los dedos el aroma de una paz sonrosada, con mofletes de angelote juguetón y siluetas de ninfas picaronas, donde las musas han de tomarle de la mano para entender su sabiduría y los más delicados hados, conjuntando sus esfuerzos, tratan de alcanzar su fluido lenguaje de expresión descuidada, pero de momentos intocables y sonidos inalcanzables.
Nada había en su mirada y, sin embargo, un universo brotaba de cada parpadeo, iluminando mil noches y dando aliento a los que supieron escuchar su silencio, dando todo sin dar nada y llevándose consigo la fórmula de la creación.

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