martes, 30 de junio de 2015

Efecto mariposa

"No, por favor, esta noche no, no como siempre, deja que hoy pueda ser yo quien esté encima de ti."

Tal vez, lo que ella deseaba con ese ruego era demostrarle todo lo que había aprendido de él, de sus caricias, de sus historias, de su cosquilleo incesante en busca de la palabra adecuada para seducirla, para llenarla de su ser y dotarla de una existencia plena. Tal vez sólo quería cambiar su rutina.

"De acuerdo, hazlo."

La frase era turbadora, no tanto por el tono insípido, aunque afable, de su voz, como por la simple, rápida y afirmativa respuesta, pues ya estaba preparando una segunda súplica y proyectando una posible discusión para convencerle. Aquella rendición incondicional la incomodaba, seguramente hubiese preferido que la respuesta fuera un "no" rotundo porque, en ese instante, cuando pudo optar a ser libre, se preguntó si él sentía la misma insoportable rutina.

"Hazlo, no se a qué esperas."

Insistió él, con más condescendencia que amor, con lo que a ella se le antojó un tono burlón y desafiante. Acaso las palabras que dice una persona pueden significar cosas distintas según los oídos que las oigan, ella comenzó a llenarse de ira, sin embargo, cuando estaba a punto de estallar, de gritarle y arañarle por su falta de tacto, él volvió a sorprenderla tumbándose, sin decir nada.

"Ya voy, mi amor, ya llego a ti, mi amante incansable, ya estoy en ti, mi amigo inseparable."

Aquella noche no hubo ninguna historia que contar, no hubo palabras bellas dibujadas sobre el otro, no hubo nada, tampoco reproches; sólo hubo una regla rota, sólo una, pero un único cambio puede ocasionar muchos efectos o puede impedir muchos afectos.

A la mañana siguiente, la hoja de papel seguía inmaculada, perfectamente intachable, tumbada delicadamente sobre el hermoso bolígrafo.

miércoles, 24 de junio de 2015

A ti

Esta noche vuelvo a respirar oscuro,
vacío el mundo
de mitos y leyendas y penetro
en el arte efímero de la palabra hueca,
sin prisa,
parida en desgracia
sin haber temido su propia existencia
ni ser consciente
de su desdicha.
Esta noche vuelvo a suspirar profundo,
redoblando
mi dolor con ecos de voces
muertas, perdidas, olvidadas...
Esta noche vuelvo a susurrar eterno,
soñador
despierto que se ha dormido
rezando tu nombre junto al mío,
y te espero
y te siento
y te grito
mientras escribo este silencio.

martes, 23 de junio de 2015

Un té

Un té, quiero compartir,
cargado
de fragancias cítricas
que recorran mi alma
solicitando tu abrazo,
salpicado
de aromas dulces
que arropen mis besos
sólo con tus labios,
decorado
con puntos picantes
que exciten mi cuerpo
reflejo en tus ojos.
Un té, quiero compartir,
tan eterno
como el tiempo nos permita
y tan cargado
como mi corazón precisa.

sábado, 20 de junio de 2015

Caballo de reina

Aquél poderoso corcel, de reluciente blanco nacarado, miró a su alrededor y entendió que el futuro de su reino galopaba con sus cascos.
Las torres de lo que hasta aquel día había sido su castillo, ahora apenas un montón de escombros y sangre que salpicaban el suelo; soldados, caídos en ardua batalla, aun con vida algunos, yacían esparcidos por el campo, cargados sus cuerpos de dolor, flechas y lanzas.
Afinó la vista y pudo ver, a lo lejos, a quien cada mañana lo llevaba a correr entre los valles, hasta alcanzar los confines de sus extensiones, justo donde comienza el río que mueve el molino centenario y riega los bosques reales; vio morir a su reina, a manos de una desconocida, envuelta en sus sedas áureas, ahora teñidas de luto.
Su mirada, hasta ese instante afligida, se tornó pura rabia, impetuosa, colérica. Los músculos de todo su cuerpo parecieron duplicar su tamaño, su crin se estremeció al viento y un poderoso relincho atravesó el páramo. Estaba preparado para lanzar su ataque, para vengar la muerte de su dueña.
Saltó entre los cuerpos y las piedras, con el trueno de su galope retumbando como una tormenta de verano, y su fugaz carrera, fulgurante como un rayo, desató toda su ira sobre la asesina, asestando un golpe mortal con sus pezuñas delanteras, arrancando la corona y la vida a aquella extranjera que vino a destruir su hogar.
Volvió la calma a su mirada, su labor estaba hecha, su sed estaba saciada. Ahora solamente le quedaba esperar.
Sin embargo, no se había percatado de que, con su irracional ataque, había terminado con la guerra, ya no habían gritos, no sonaban las trompetas de asalto, no se escuchaban espadas chocando, sólo se escucharon, desde algún omnisciente lugar sobre su cabeza, dos palabras: jaque mate.

viernes, 19 de junio de 2015

No digas nada

Fui tu calor y el invierno llamó
a tu ventana y el viento llevó
los besos que un día guardé en tu cajón,
aquellas palabras que hablaron sin voz.
Fuiste mis alas y ya tierra soy
cubriendo mi cuerpo inhumado, perdón
le pido a tu alma y que vele por dos,
mi resto que yace y tu amor que murió.
No digas nada ya sé que me voy,
duele perderte y aún más tu dolor,
duele que acabe sin una razón
pero lo que mata es morir sin adiós.
Fui tu sonrisa y la noche llegó
apagando mis ojos, robando el color
a tus recuerdos que matan al sol.
Tiraste mi foto, abre ya el cajón.

jueves, 18 de junio de 2015

Estado virginal

Me entrego a ti, solamente a ti y a la prisión de tus deseos, libre y voluntariamente pero, por favor, antes de que empieces, deja que te diga algo: es mi primera vez.

No te conozco, ni tú a mi, y, a pesar de ello, sin saber si nuestra relación caerá en el olvido como tantas otras lo hicieron antes, quiero tratar de que lo hagas tan profundamente como desees, esperando que tus deseos tengan el mismo origen y destino que los míos.

Voy a pedirte paciencia, cariño, pasión y, sobre todo, ternura, ya que me entrego al calor de tus manos para que sean tus ojos quienes me desnuden el alma.

Apoyándome en tu regazo, apenas puedo ver tu rostro inquisidor sino como pura negrura a contraluz, así mantienes tu aire de misterio, aunque, si quieres que juguemos a eso, trataré de no mostrar apenas nada para que, poco a poco, tus dedos se deslicen apartando cada capa de mi existencia, sumisa, dedicada a tu placer.

Quiero que nuestros ritmos se sincronicen, que tus ansias sean saciadas con mi fogosidad y que tu calma sea mecida por mi brisa marina, quiero que mi fuego avive tu lívido y que la nostalgia de mi alma se acurruque en tus susurros.

Quiero seguir siendo libre después de hoy, sin embargo, espero que algo de mi quede alojado en tu recuerdo, de tal forma que viva siempre en ti y nunca nos separemos.

Creo que es todo lo que quería decirte, ahora, eres tú quien ha de decidir qué hacer conmigo, sólo espero que, sea lo que sea, al menos te haga disfrutar a ti, porque, para mí, eso es suficiente.

Sólo una cosa más, por favor, adoro la mesita sobre la que me apoyas cuando apagas la luz, si no es mucho pedir, no me devuelvas nunca más a esa fría estantería llena de tus conquistas olvidadas.

jueves, 11 de junio de 2015

Susurro

Amor,
con todas sus letras,
con la simplicidad que llena la vida,
amor,
con sólo esas letras,
que entregas en cada sonrisa,
amor,
con tan pocas letras,
te llevas mi alma en tu voz rendida.

Así es la vida

Ya ves, la vida es así, como siempre se ha dicho.
El triste desconsuelo de un pequeño de cuatro años, desconcertado en su cama, sin lograr comprender los pesares que llevan consigo un exceso de tráfico, un exceso de trabajo, un exceso de jefes, un exceso de vida.
Cuando se acercaba a su padre, con lágrimas en los ojos y miedo en el alma, tras haber sido objeto de un doloroso suceso, él, con llamas en los ojos y cólera en el alma, repetía, entre patada y bofetada, aquella frase que se aferró a sus cicatrices, como hermosos jeroglíficos cincelados, sobre mármol de Carrara, por las expertas manos de un artesano griego: "la vida es así".
Ya ves, nunca ha podido llegar a agradecerle suficientemente su cálida y enfermiza enseñanza, nunca lo hizo y nunca lo hará.
Aquel niño recuerda esos años como secuencias perdidas en la memoria, retazos de vidas que, quizás en ocasiones ha decidido no fuesen suyos, parecen tan lejanos que los retiene en su mente por sentir que una vez tuvo aquella felicidad propia de la ingenua infancia, que no nace con sentido de lo práctico sino con un precioso y poderoso deseo de descubrimiento y, con la angustia de unos pies anclados al suelo en espera de consuelo, descubre que su diversión infantil es una provocación y, por ello, decide amargar sus sueños y se entretiene en crear una coraza que lo defenderá cada noche.
Ya ves, nunca ha sido fácil vivir, pero no es sencillo existir con la creencia de que, siendo el objeto del desahogo, la máxima aspiración sea la de convertirse en saco de arena para hacer feliz a otro, aunque sea a un padre, y menos simple es decidir que eso es lo que le hace dichoso a uno mismo.
Así es, la vida, la razón a tu pregunta es tu propia respuesta, tal y como puedes leer en cada una de mis voluntades destrozadas, en cada una de mis alegrías reprochadas, en cada uno de mis años cicatrizados con dolor, porque tú mismo me enseñaste que la violencia, ésta que te ha dejado en el suelo con la sangre brotando a chorros por cada uno de los huecos que ha dejado mi cuchillo, es una muestra de amor.
Adiós, papá.

miércoles, 10 de junio de 2015

Palabras al viento

Di algo ahora,
si quieres,
dime lo imbécil que he sido yo,
cuenta la historia de nuestro final,
cuenta tu tuya
y mátame ya.
Ahora ya sólo marcharme,
escapar de tu lado y llorar,
reír, cantar y el resto
te lo dejo a ti
que yo no quiero.
Di algo ahora,
si sientes,
yo ya me fui,
con mi mundo de recuerdos
enterrado en ese amor,
por siempre.

viernes, 5 de junio de 2015

La cita

Esta noche, como tantas otras noches, fría y lluviosa, debo desistir, al fin, y entregarme a sus deseos, aunque no creo que mis padres me preparasen suficientemente para este momento.
Claro está que, aunque sea un tema tabú, en todas partes se habla, aunque sea con susurros, sobre ello, incluso en la televisión pasan algún film o documental que, muy lejos de aquellos años de censura, son tan explícitos que apenas hacen falta añadir sermones o monólogos, más molestos y vergonzosos que instructivos, de los progenitores o tutores.
En fin, como iba diciendo, esta noche será la definitiva y, por esa razón, me he dado un homenaje: aceite y burbujas hasta el borde de la bañera, un champú nutritivo de los que anuncian en la televisión que aumenta el brillo y no sé qué más, una cremita corporal y hasta algo de perfume.
Ya lo sé, todo el mundo quiere hacerme sentir que esto es una locura, que no debo ir pensando así, anticiparme, pero yo ya tengo 87 años y cuando mi querido Henry murió, lo hizo sin afeitar y, aunque esté mal que lo diga, con bastante mal aspecto.

miércoles, 3 de junio de 2015

Tarde, mal y nunca.

De muerte se había teñido el sol justo antes de ocultarse tras el monte Naranco, poco más que una colina rematada con una de esas figuras de un Cristo bondadoso que tanto gustaban años atrás.
Aquella tarde, con sus imperceptibles detalles, se le había hecho demasiado complicada por momentos. El primer indicio que debió hacerle sospechar de que algo no estaba bien fue llegar a su coche y ver una multa, de esas, las que siempre tiraba, por aparcamiento excesivo en zona limitada, justo un minuto antes de salir de la oficina. No encontró al inquisidor en la calle, lo que impidió su desahogo verbal y aumentó su tensión un par de grados.
La segunda de las circunstancias que tuvo que hacerle dudar de su destino fue encontrar el estanco cerrado, algo muy raro pues siempre acostumbraba a cerrar a las 20:00 y apenas habían pasado de las 19:30.
Pero, esto tuvo que hacerle reaccionar, el elemento que, por encima de cualquier otra memez, debió hacerle entrar en razón, hasta el punto de decidir huir a casa y echarse a dormir directamente, fue presenciar un accidente en un semáforo, apenas a dos calles de su domicilio, de un vehículo de los que te hacen sospechar inmediatamente.
Cuando salió del coche, para atender a los ocupantes del automóvil empotrado en la farola, escuchó una locura de sirenas policiales.
Apenas pudo entender que se trataba de una persecución cuando un disparo en la nuca le dio la razón.

Te sueño

Me tumbé junto a tus labios
y desperté en tus pupilas.
Quiero soñar mil noches
el sueño de mil vidas.
Abrazada a tu almohada,
la dulce luna ilumina
cada vez que la acaricio
y me entrega una sonrisa.
Quiero soñar mil veces
este sueño cada día.
Me tumbé junto a tus labios
y ya duermo en tu retina.