martes, 21 de junio de 2016

Carta de agradecimiento

Estimada empresa X,

Quisiera agradecer su respuesta, tanto por la diligencia como por la cortesía y amabilidad de sus palabras, y expresarle mi sorpresa al recibir una oferta como la que me comunican en ella.

Entiendo que han sopesado muchas cuestiones y han valorado en profundidad mis capacidades y habilidades, así como mi amplia trayectoria profesional y mis estudios, los académicos y los extra curriculares.

Sin embargo, llegados a este punto, me veo en la obligación de rechazar, tajantemente, su oferta de "no incorporación" al puesto de trabajo para el que me he postulado recientemente, por varias razones que paso a definir a continuación.

En primer lugar, creo que queda probada mi experiencia en el campo requerido; si han prestado atención detallada a mi hoja de vida, pueden apreciar mis logros formativos y mis éxitos profesionales. También, en el currículo visual, pueden apreciar mis habilidades informáticas y mi capacidad de síntesis y esquematización.

En segundo lugar, mis habilidades comunicativas han quedado patentes en las entrevistas personales que he tenido el privilegio de mantener durante este proceso. Empatía, escucha activa, asertividad y otras muchas habilidades, imprescindibles en el campo de la negociación, completan mi perfil y me sitúan en buena posición.

En tercer lugar, y no menos importante, es posible que su conocimiento de los procesos de reclutamiento sea extenso, pero mis amplios estudios y mi experiencia en la recepción de candidaturas rechazadas me hacen buen conocedor de este tema en concreto y me cualifican, con grado, en dicha materia.

Por todo ello, entendiendo que necesitan, con urgencia, una solución que les ayude en este proceso y, además, conlleve un crecimiento sostenible a su empresa, tengo el deber de no aceptar su negativa a mi contratación.

Por las razones argumentaras y por la trascendencia del hecho señalado, sabiendo de sus necesidades y de su desafortunada situación, comprendo el terrible malentendido y acepto, de antemano, sus disculpas, así como les hago saber mi decisión y mi firme propósito de desatascar y enmendar este y futuros acontecimientos de similar o mayor relevancia.

Así, dejo constancia de que, el próximo 1 de julio del año en curso, fecha en la que precisan realizar la contratación, me incorporaré a mi puesto de trabajo en su empresa y dedicaré todos mis recursos a la tarea que me ha sido encomendada.

Sin otro particular, me despido hasta nuestra próxima reunión.

Atentamente,

Rodrigo Herranz Serrano.

La foto de tu vida

A lo largo de mi  experiencia, tanto personal como profesional, me he visto en situaciones de difícil interpretación, ya que, a pesar de no haber estudiado ninguna carrera de psicología, ni tener estudios en la materia, muchas personas se han acercado a mí con la intención de obtener alguna clase de apoyo o consejo.

No suelo ser buen consejero, ya que quien aconseja puede obrar con poco juicio, movido por su propia vivencia de un suceso similar o por un desconocimiento profundo del tema, lo que lleva directamente a realizar consejos para "cobayas", en los que el resultado final puede ser digno de un estudio científico.

La suerte tampoco apoya a los injustos, ni a los que, una vez errado el consejo, modifican su criterio para acercarse a un postulado más acorde con la nueva situación que ellos mismos han desencadenado.

Ahora bien, teniendo esto en consideración, he llegado a ver y mostrar la vida, a quien me pide unas palabras, como la conexión de tres bloques fundamentales, pilares de sustento en los que todo lo demás se asienta, como los cimientos de cualquier edificio, por grande o pequeño que sea.

No obstante, en el mundo de la crisis y la burbuja inmobiliaria, me he dado cuenta de que hablar de construir un edificio puede estar penalizado, demasiados edificios vacíos en el paisaje urbano me han demostrado que las personas podemos llegar a estar vacías, así que, desde mi punto de vista, prefiero hablar de "la foto de tu vida".

Todo el mundo desea ser visto lo mejor posible, guapo o guapa, alegre, feliz, lleno de energía, positivo, en definitiva, pleno. Para esto es necesario salir lo mejor posible en "esa foto" de la que hablo, la de tu propia vida, la que reproduce la instantánea, a modo de las ya famosas "auto fotos" que tanto pululan por las redes.

Ahora bien, si queremos una buena foto, una en la que se muestre nuestra vida y nuestro entorno, deberemos de olvidarnos del "palo" o de estirar el brazo hasta límites insospechados, y plantearnos, por un momento, ser profesionales de la fotografía.

Una foto profesional, además de la cámara y los años de aprendizaje y experiencia, tiene algo fundamental: un trípode.

Si pones una cámara sobre un trípode, la foto sale completamente nítida,misión movimientos extraños o zonas borrosas, sin embargo, si a ese trípode le falla una de las patas, ¿qué podemos hacer?, ¿cómo realizar la foto?

Aún es sencillo, si lo pensamos un poco, podemos sujetar la pata con una mano, así, aunque la foto no salga perfecta, tal vez algo movida, y nuestra cara esté pegada a la cámara, ocultando parte del paisaje, lograríamos hacer una instantánea más o menos decente, no perfecta, pero tenemos la foto.

Así es con las tres partes en las que se puede dividir la vida: lo familiar/social, lo laboral y lo económico.

Cuando una de éstas patas se desestabiliza, la posibilidad de tener una foto aceptable aún existe. Cierto es que habrá que tener calma, pulso y ganas de hacer la foto, y mucha fuerza para lograr recuperar la pata estropeada, pero todo es posible, y, poco a poco, encontramos los medios para recuperarnos del todo.

Ahora bien, sigamos con la cámara sobre el trípode, recordemos que una pata falló y tenemos la cara frente al objetivo, una mano sujetando para nivelar y la otra en el disparador. En este momento se escucha un chasquido y otra de las patas falla.

¿Ahora puedes hacer la foto? ¿Cómo vas a sujetar las dos patas y dar al pulsador? Bueno, afortunadamente existen las cámaras con disparo temporizado, pero no es el caso, ahora hay un verdadero problema, no sólo porque la reparación puede ser costosa, sino porque ni siquiera tienes la "foto" que puede ayudarte a ver qué te está sucediendo.

Aquí es donde empiezo mi apoyo, mi asesoramiento y pongo en práctica todas mis destrezas, incluso cuando ya han fallado las tres patas se puede dar un giro a la situación y devolver a la normalidad un caos de oscuras e intrincadas salidas.

Si alguien viene y me pide ayuda, yo le hago una foto para que vea cómo está tratando de hacerse un "selfie" y, una vez que se ven retratados, comienzan a trabajar para recuperarse.

Yo, ahora, procuro hacerme fotos teniendo un espejo cerca para ver si mi posición es normal o tengo demasiadas patas desestabilizadas.

viernes, 17 de junio de 2016

La buena estrella

Recientemente, tanto es así que apenas han pasado unas horas, he tenido el privilegio de formar parte de un proceso de selección para una importante empresa del sector de la automoción, de la cual no diré el nombre para no apuntar a ninguna estrella.
Debo decir que el proceso se ha realizado en base a una oferta publicada en un portal de búsqueda de empleo, tratando de no dar visualización a la empresa ofertante, con el fin de evitar fisgones y oportunistas, y no dando signos de salarios, para no despertar ansias económicas.
La oferta explicaba el trabajo a realizar y los requisitos a cumplir y, tal y como entendí, mi candidatura cubría dichos requerimientos; además, y para ser sincero, me pareció un proyecto tremendamente interesante, aún sin saber las contraprestaciones que conllevaría dicha labor.
De un gran número de candidaturas, más de veinte, más de cincuenta y más, incluso, de ciento cincuenta, la primera criba, la curricular, determinó que mi perfil, así como el de otros cinco postulantes, entrara a formar parte de la criba presencial, definida en dos entrevistas con la parte directiva de la empresa.
Hasta aquí todo parecía bonito, casi diría idílico e, incluso, utópico, sin embargo, mi sorpresa llegó el día de la primera entrevista, hoy hace diez días.
Llamaremos "Sr.Javier" a mi entrevistador, él conoce su nombre y yo no voy a olvidarlo, y diremos solamente una cosa sobre su forma de ser: antes de sentarse en la silla de su oficina, después de indicarme mi asiento, me ofreció algo de beber.
¿Acaso no os ha sorprendido?, ¿cuándo fue la última vez que os trataron con tanta cortesía? A mí me entraron más ganas de formar parte de un proyecto en el que las personas somos personas.
Al despedirse, después de hablar largo rato de mi experiencia y de la suya, me explicó que alguien me llamaría para pasar a la entrevista con el máximo responsable, que estaba de vacaciones, pero se reincorporaba en una semana.
Un apretón de manos cerró una entrevista redonda, al menos eso es lo que puedo deciros de la labor de este gran profesional.
Tranquilo, aunque expectante, permití que el paso de los días acercase la fecha en la que debía recibir un telefonazo para concertar la segunda reunión.
Ayer recibí una llamada, la que me daba la cita de la segunda entrevista, con el Sr. Luis, para el día siguiente. La hora me la dejaron poner a mí, por la mañana, a las 10:00.
Hoy he acudido con 3 minutos de adelanto, lo suficiente para preguntar por él y no llegar tarde a su oficina.
El mismo Sr. Luis me ha atendido y me ha pedido que le diese esos dos minutos, del margen en el que habíamos acordado vernos, para finalizar unas gestiones. Con exquisita puntualidad, concluyó en el tiempo solicitado y me vino a buscar para llevarme al lugar de la entrevista: su oficina.
Una broma perfectamente acertada, para romper el hielo, me dijo más de él que un simple apretón.
Bromeó haciendo referencia directa a uno de mis escritos del blog, uno en el que aludía a la falta de puntualidad de un directivo de una empresa, en otro proceso de selección, y su nota de humor fue decirme que no quería hacerme perder los ocho minutos que aquel gerente me hizo esperar, en una sala a oscuras.
Lejos de ocultarlo, el responsable de esta empresa, haciendo las labores de captación, me confirmó que había dedicado parte de su tiempo a investigar sobre los candidatos; no se limitó a ojear u hojear los perfiles o los currículos de sus posibles nuevas incorporaciones, hizo una verdadera labor de profundización, algo que, desde mi perspectiva, lejos de intimidarme, me dio una tremenda sensación de respeto y seguridad y, como no podía ser de otro modo, me hizo apreciar aún más a la empresa representada en este proceso.
De la entrevista he salido igual que entré, cómodo y tranquilo, no por creer que el puesto va a ser mío, sino por entender que quien logre entrar en este gran equipo, magníficamente reflejado en estas dos personas, lo hará por tener un interior pleno, no sólo una trayectoria acertada.
Creo que decir las cosas malas es fácil, decir las buenas parece no ser tan interesante; a pesar de todo, circunstancias como las que he relatado merecen la pena airear, incluso con nombre y apellido, sin embargo, no quiero ser yo quien apunte al cielo y re descubra una constelación llena de brillantes estrellas, así que sólo haré cierta referencia a una de ellas, capaz de crear equipos que funcionan tanto en tierra, como en aire, como en agua, y esto se debe, tal vez, a que, según dicen, esa es la esencia en la creación de sus motores y, por tanto, su seña de identidad.
Gracias, Sr. Javier y Sr. Luis, por una experiencia distinta y por un trato inmejorable.

miércoles, 15 de junio de 2016

Esperando

Aquí estoy, recostado en la orilla de una hermosa y desconocida playa, con el sol de un amanecer rosado acariciando mis pensamientos y el rumor rítmico del oleaje meciendo mis sentidos.

Frente a mí se extiende un infinito mar de dudas en el que ya me he sumergido antes, bañándome en sus aguas de incertidumbres profundas y de miedos insondables, dejándome arrastrar por la melancólica llamada de unas sirenas imaginadas y perdiendo la cordura en un deambular caótico a la deriva.

Recuerdo haber venido de aquel horizonte, ahora sereno y despejado, y recuerdo también haberlo visto llegar a mí sin previo aviso, cargado de relámpagos y centellas, bramando toda clase de violentas explosiones y llenando mi razón de oscuras embestidas y remolinos que trataron de hundir mi destino.

Aquí estoy, detenido en un instante de paz, escuchando el canto de las hambrientas gaviotas que galopan los cielos en busca de su libertad, esperando a los pies de mi tiempo, tratando de comprender si he llegado al final del camino o todo ha de volver a empezar con otro viaje, a través de otros mares y sus tempestades, hasta llegar a otra orilla en la que descansar, mientras un sol sonrosado quiera volver a madrugar.

De pronto las gaviotas se han callado.

Entre los huecos de silencio que dejan las olas, oigo unos pasos amortiguados por la arena. Alguien se acerca, despacio, sin ninguna prisa, casi parece que no me ha visto.

Cada vez oigo más cerca el sonido de esos pies que caminan absortos en sus propios pensamientos, mostrando una completa indiferencia hacia todo lo que les rodea. La arena suena y empieza a vibrar con cada nuevo instante en el que mi quietud se ha de encontrar con su camino pero, en el último momento, advierto que su rumbo no ha de llegar a mí.

Pasa a mi lado sin inmutar su compás y sigue su marcha. Tal vez no sabía que me buscaba y por eso me ha dejado marchar.

Aquí estoy, dejando que me abrace la marea y se lleve mi tiempo, en su regazo, para hacer, de mi sino, un eterno devenir en busca de unos ojos que decidan parar sus pies y sacarme de este silencio embotellado.

lunes, 6 de junio de 2016

¿Cuándo hemos olvidado nuestra esencia?

Hay momentos para todo, incluso para claudicar ante una decisión que puede perjudicarnos, sin embargo, corriendo los tiempos que corren, lo que me preocupa es que parece que nuestra esencia, nuestras victorias pasadas, nuestro empuje y nuestra determinación han pasado a mejor vida, o, dicho de otro modo, se han sumergido en un mar de dudas, miedos, vergüenzas y desesperaciones; tanto es así que nuestra vida ya no es nuestra, nuestras decisiones son fruto de cubrir una "responsabilidad social" que penetra hasta nuestra médula, haciendo que una respuesta distinta a la "exigida" pase por simple locura, prepotencia o cualquier otra denominación que apague cualquier atisbo de inteligencia individual.
Hay momentos para todo, sí, menos para dejar de ser nosotros mismos, de valorar nuestra trayectoria, nuestra resolución, nuestras habilidades y nuestras debilidades, las cuales conforman un todo, lleno de suficiente potencial como para dedicarnos una sonrisa cada mañana, ante el espejo.

"ADIÓS"- rezaba una nota en la puerta de la nevera.

Hay momentos para todo y, sin ir más lejos, aquel había sido uno de ellos.

Tal vez no fue un momento bueno, uno oportuno, sino, simplemente, había sido uno de esos momentos que nadie se espera, una de esas decisiones que rompen la monotonía de una desquiciante vida vulgar, en un edificio situado en un barrio vulgar, lleno de personas vulgares, entre las que se encontraba su marido, quien, ahora, prestaba declaración a la policía, siete pisos por encima de un cadaver aplastado contra la acera.

jueves, 2 de junio de 2016

¿Qué cojones he hecho?

Al colgar mi smartphone, sólo podía articular una pregunta.

El pasado martes, 31 de mayo de 2016, recibí una llamada telefónica a las 12:40 p.m.

Después de pasar dos cribas, en un proceso de selección para el puesto de jefe de equipo comercial, me habían citado, a las 10:00 a.m. para la entrevista final, con el propio gerente de la empresa, a quien acompañaba la responsable de RRHH con quien ya había tenido ocasión de defenderme en la anterior cita.

Como es lógico, llegué puntual, y como es habitual en mí, con 3 minutos de adelanto para evitar cualquier mala impresión. Tuve que esperar 8 minutos hasta que me vinieron a buscar y encendieron la luz de la sala en la que esperaba.

Duchado, afeitado, peinado y con un traje apropiado, pues la ocasión así lo requería, me presenté portando, en mi maletín, un proyecto en PowerPoint, copia impresa en papel y copia abierta en el Ipad, para dar un punto más a mi intervención, en el que desarrollaba mi idea sobre la selección, creación y formación y el seguimiento y motivación de un equipo comercial.

El pasado martes, 31 de mayo de 2016, me llamaron para indicarme que querían contar conmigo para ese nuevo proyecto.

Sin entrar en detalles, solamente diré que les gusté desde el principio; mi curriculum encajaba perfectamente en las necesidades de su empresa, tanto para desarrollarme en el departamento de telecomunicaciones, como para tomar el control del nuevo proyecto, dedicado a la seguridad, en el que querían sumergirse para ampliar negocio; mi sinceridad les agradó, así como mi entusiasmo por el aprendizaje y la mejora continua y mis habilidades comunicativas.

Sin embargo, a pesar de todos mis esfuerzos, a pesar de toda la valía que decían haber visto en mí, a pesar de toda su confianza en el nuevo proyecto, tomaron la decisión de ofrecerme un contrato a media jornada, durante tres meses, para evaluar mi trabajo, contratado a través de una E.T.T., para una posterior incorporación a plantilla pasado el periodo mencionado.

Mi cabeza trató de trasladar esa información al proyecto que debía afrontar; intenté hacerme un rápido croquis de cómo podía ejecutar mi labor teniendo solamente 4 horas de trabajo al día y no pude.

Antes de empezar ya me flaqueaban las piernas, pero no por cansancio, sino por la impotencia de tratar de gestionar, en condiciones normales, ya no digo óptimas, un equipo de ventas, en tan poco tiempo.

Lo que se me había antojado un sueño, un empleo estable, con trayectoria y posibilidades reales de mejora, se convirtió en un quebradero de cabeza.

Ayudar a una empresa a desarrollarse en un nuevo sector, tener la oportunidad de seleccionar y formar a un grupo de personas, crear un equipo, motivar y apoyar para dar respuesta a nuestras necesidades individuales, combinando esfuerzos, para alcanzar los mejores éxitos de la empresa, formar en profundidad a mis compañeros para, tras lograr una expansión territorial, crear nuevos equipos, gestionados por quienes me habrían acompañado desde el comienzo, etc., todo ello, bajo la premisa de una contratación difusa, con un horario reducido en lo que a salario se refiere, pues, a la hora de ejecutar el puesto me exigiría a mí mismo 8, 9 o 10 horas diarias.

Siendo así, ¿por qué motivo me siento tan mal varios días después?


El pasado martes, 31 de mayo de 2016, rechacé una oferta de trabajo.

miércoles, 1 de junio de 2016

Marea de nana

Ellas y ellos,
pequeñas y pequeños pobladores de los sueños,
que creyeron en sus risas,
que siguieron, sin preguntas,
los pasos de sus mayores,
que perdieron sus anhelos, sus muñecos y sus juegos.
Ellas y ellos
buscaron el abrazo de un futuro
para olvidar su pasado,
a manos de los héroes de sus vidas
y de sus muertes verdugos.
Ellas y ellos,
enrolando sus angustias hacinadas
en balsas con destino a la deriva,
ahora se hunden en profundo oscuro
y ni un alma, ya,
verá un nuevo día.