viernes, 17 de junio de 2016

La buena estrella

Recientemente, tanto es así que apenas han pasado unas horas, he tenido el privilegio de formar parte de un proceso de selección para una importante empresa del sector de la automoción, de la cual no diré el nombre para no apuntar a ninguna estrella.
Debo decir que el proceso se ha realizado en base a una oferta publicada en un portal de búsqueda de empleo, tratando de no dar visualización a la empresa ofertante, con el fin de evitar fisgones y oportunistas, y no dando signos de salarios, para no despertar ansias económicas.
La oferta explicaba el trabajo a realizar y los requisitos a cumplir y, tal y como entendí, mi candidatura cubría dichos requerimientos; además, y para ser sincero, me pareció un proyecto tremendamente interesante, aún sin saber las contraprestaciones que conllevaría dicha labor.
De un gran número de candidaturas, más de veinte, más de cincuenta y más, incluso, de ciento cincuenta, la primera criba, la curricular, determinó que mi perfil, así como el de otros cinco postulantes, entrara a formar parte de la criba presencial, definida en dos entrevistas con la parte directiva de la empresa.
Hasta aquí todo parecía bonito, casi diría idílico e, incluso, utópico, sin embargo, mi sorpresa llegó el día de la primera entrevista, hoy hace diez días.
Llamaremos "Sr.Javier" a mi entrevistador, él conoce su nombre y yo no voy a olvidarlo, y diremos solamente una cosa sobre su forma de ser: antes de sentarse en la silla de su oficina, después de indicarme mi asiento, me ofreció algo de beber.
¿Acaso no os ha sorprendido?, ¿cuándo fue la última vez que os trataron con tanta cortesía? A mí me entraron más ganas de formar parte de un proyecto en el que las personas somos personas.
Al despedirse, después de hablar largo rato de mi experiencia y de la suya, me explicó que alguien me llamaría para pasar a la entrevista con el máximo responsable, que estaba de vacaciones, pero se reincorporaba en una semana.
Un apretón de manos cerró una entrevista redonda, al menos eso es lo que puedo deciros de la labor de este gran profesional.
Tranquilo, aunque expectante, permití que el paso de los días acercase la fecha en la que debía recibir un telefonazo para concertar la segunda reunión.
Ayer recibí una llamada, la que me daba la cita de la segunda entrevista, con el Sr. Luis, para el día siguiente. La hora me la dejaron poner a mí, por la mañana, a las 10:00.
Hoy he acudido con 3 minutos de adelanto, lo suficiente para preguntar por él y no llegar tarde a su oficina.
El mismo Sr. Luis me ha atendido y me ha pedido que le diese esos dos minutos, del margen en el que habíamos acordado vernos, para finalizar unas gestiones. Con exquisita puntualidad, concluyó en el tiempo solicitado y me vino a buscar para llevarme al lugar de la entrevista: su oficina.
Una broma perfectamente acertada, para romper el hielo, me dijo más de él que un simple apretón.
Bromeó haciendo referencia directa a uno de mis escritos del blog, uno en el que aludía a la falta de puntualidad de un directivo de una empresa, en otro proceso de selección, y su nota de humor fue decirme que no quería hacerme perder los ocho minutos que aquel gerente me hizo esperar, en una sala a oscuras.
Lejos de ocultarlo, el responsable de esta empresa, haciendo las labores de captación, me confirmó que había dedicado parte de su tiempo a investigar sobre los candidatos; no se limitó a ojear u hojear los perfiles o los currículos de sus posibles nuevas incorporaciones, hizo una verdadera labor de profundización, algo que, desde mi perspectiva, lejos de intimidarme, me dio una tremenda sensación de respeto y seguridad y, como no podía ser de otro modo, me hizo apreciar aún más a la empresa representada en este proceso.
De la entrevista he salido igual que entré, cómodo y tranquilo, no por creer que el puesto va a ser mío, sino por entender que quien logre entrar en este gran equipo, magníficamente reflejado en estas dos personas, lo hará por tener un interior pleno, no sólo una trayectoria acertada.
Creo que decir las cosas malas es fácil, decir las buenas parece no ser tan interesante; a pesar de todo, circunstancias como las que he relatado merecen la pena airear, incluso con nombre y apellido, sin embargo, no quiero ser yo quien apunte al cielo y re descubra una constelación llena de brillantes estrellas, así que sólo haré cierta referencia a una de ellas, capaz de crear equipos que funcionan tanto en tierra, como en aire, como en agua, y esto se debe, tal vez, a que, según dicen, esa es la esencia en la creación de sus motores y, por tanto, su seña de identidad.
Gracias, Sr. Javier y Sr. Luis, por una experiencia distinta y por un trato inmejorable.

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